Raro que una cubana nacida en el 78 tenga un nombre y apellido tan polaco o tan alemán como el suyo, pero ella insiste en llamarse Dazra Novak y punto. Con ese pseudónimo ha firmado los libros con que ganó los premios David y Pinos Nuevos y acaba de llevarse la Primera Mención del Cortázar. Esa “cubierta” le ha servido tal vez para cruzar de manera más fácil lo que Ahmel Echevarría describe como la barrera o el acceso restringido del cuerpo, la memoria, el deseo y el peligro. Seguir leyendo «Dazra Novak se rehúsa a estropear fantasías, por Mabel Machado»