[Este texto salió a partir de ciertos comentarios que en el 2014 aparecieron en mi columna semanal de la desaparecida revista digital Cuba Contemporánea. Algunos, a favor. Otros, en contra. Algunos, constructivos. Otros, enconados. Desde entonces ya se notaba cierta histeria que hoy, bueno, hoy ya pudiéramos decir que es colectiva.]
En cada CDR nuestro hay siempre un vecino entusiasta, otro problématico, alguno muy servicial. Están el intachable (y su contrario), un ermitaño, un gruñón, el buena gente y también, eso todos lo saben, un vecino curioso. Una mirada tras de las persianas las 24 horas del día. Una lengua que afirma “efectivamente, lo vi con estos ojos que se va a tragar la tierra”. A veces, lo dicen para bien. A veces, no.
Está en la naturaleza del cubano decir lo que piensa, darte su opinión –aunque tú no se la pidas-, de paso aprovecha y te cuenta cosas (algunas muy personales) que no vienen al caso, pero te dan “el mejor ejemplo”. Es el cubano regañón . Dime, ¿nunca te han ido con cierto tonito impositivo asegurando: “Chico/a, tú lo que tienes que hacer es esto y esto”? Al final del discurso rematan con esa vocecita reconciliadora: “…es mi humilde opinión”.
Pues a estas alturas, tras mi experiencia con Habana por dentro, Letra de molde y Una palabra, me queda claro que en la Web, como en el CDR, siempre habrá un entusiasta, otro problématico, alguno servicial. Están el intachable (y su contrario), un ermitaño, un gruñón, un buena gente y también, el vecino curioso. Un marcador favorito con nuestra url. Un comentario que afirma “Chica/o, tú lo que tienes que hacer es esto y esto”. Muchas veces, -incluso los discrepantes-, hacen valiosos, inteligentes y sinceros aportes al tema. Otras veces, no.
Nada más parecido a un solar que la world wide web –dice hoy mi letra de molde casi en letra corrida, para abrirse, por qué no, a esas otras caligrafías-, aquí se sabe todo, siempre hay alguien que te ve/lee y lo que digas (más los que damos la cara firmando con foto-nombre-apellido) podrá ser leído a tu favor o en tu contra.
Porque ya sabemos que el cubano es experto en todo y puede decirte cómo se hacen las cosas, claro, tanto en la vida como en la web. Y en la web, como en la vida, el vecino curioso no abrirá completamente las persianas, sino que comentará con un nick. No se sabrá su nombre, no se verá su cara, solo podrá leerse una “crítica” insistente y perseguidora que, si de verdad no busca publicidad a costa de otro, si es tan humilde y tan dirigida al autor, ¿por qué no llega mejor al buzón privado?
¡Y por qué en lugar de criticar tanto no aportan algo ellos también! –se desespera mi letra de molde y yo le digo que se calme, suficiente con esa letra de conflictiva que le han colgado algunos y además porque eso de que “la letra con sangre entra” ya se quedó en el siglo pasado… ¿o no? Mejor convencer, dialogar, repetir hasta que entiendan que el cubadice lo hacemos algunos (salvando obstáculos), pero el cubahace es cuestión de todos.
Mi letra es optimista, pero no ingenua. En la web, como en la vida, hay y habrá vampiros habaneros (y de otros lares). Gente que te sigue a todas partes para sacarte-la-sangre/señalarte-la-supuesta-paja-en-el-ojo” (y olvidan esto de: dime qué escribes y te diré quién eres, dime cómo lo escribes y te diré qué comunicas… si comunicas). Caramba, ahora que lo pienso, ¡es evidente que mi vecino curioso tiene muchísimo tiempo de conexión como para darse estos lujos!
…qué envidia –dice bajito mi letrica porque sabe, ella sabe que la voy a regañar. ¿Acaso no es cierto esto de que a cada quien según y de cada quien también? ¿Acaso la Cuba conectada no es una imitación de la otra?
Hay mucho por hacer ahora que andamos poniendo orden en la casa. Por eso les insisto a nuestros vecinos curiosos –después de agradecerles por leernos tanto aunque la interpretación no sea tan buena (nadie es perfecto)- en que redireccionen sus esfuerzos y conexiones hacia áreas más útiles al bien común y, puesto que es gratis, también podrían, por ejemplo, abrirse un blog. Bueno… es solo mi humilde opinión.