Tengo un ruido en el sistema

Anoche, desvelada y sin remedio, comencé a contar los ruidos del día como quien cuenta ovejitas. La cafetera colando, la olla de presión ablandando los garbanzos remojados con horas de antelación, el silbato del panadero, el niño que entra llorando al jardín infantil frente a mi casa, la moto que a las siete de la mañana, después de dos o tres pitazos, recoge a la novia para llevarla a la escuela.

A veces, una alarma suena incansablemente desde la oficina de Marex en la manzana contigua –parece que a ellos no les molesta y nadie la apaga. Pasa uno comprando oro, otro vendiendo ajo, lejía, aguacates o arreglando colchones. Hay un perro que ladra insistentemente y, aunque él jure y perjure que no, oigo los ronquidos del puerco de mi vecino –por suerte la peste no se oye, no se ve.

Hay un niño que patea una pelota de basket medio desinflada por las tardes. Hay otro que tira una pequeña, de goma, contra mi muro. Y estas dos señoras que se encuentran todos los días frente a mi puerta, por Dios, ¡se cuentan lo mismo! Bajo la sombra de los árboles del frente, un mecánico revisa la aceleración de Ladas y Moskvichs y le pone un aparatico que inventó dizque para ahorrar gasolina.

Para colmo, las ruedas de la carretilla del mensajero chirrían por falta de grasa anunciándose dos cuadras antes. Armando Guerra amanece con el tic tac de Radio Reloj y luego se me muda para Radio Enciclopedia. A media mañana el inspector de salud pública grita desde la reja el número de mi casa como si lo estuvieran matando –en realidad lo están matando el sol y la caminata.

La máquina de coser de mi mamá tiene un motorcito incansable y necesitado y un mecánico que lo arregla de vez en cuando en el portal de casa. Los nietos del señor que siembra en el solarcito del frente, para vendernos los limones del abuelo o los pasteles de la madre, nos chiflan desde afuera.

¿Alguien se ha fijado en lo alto que suenan las chancletas plásticas cuando van por la acera? Siempre pasa alguna con Vulgarcita demostrando su alegría a viva voz mientras los que tiran las fichas de dominó en la esquina comienzan a montar la mesa que, por suerte, gracias a la falta de alumbrado público, se recoge al atardecer.

Alguna que otra tarde suenan las panderetas y coros de la Iglesia Cristiana que está a dos cuadras o la diana del ITM o un auto con un altoparlante anunciando el próximo concierto en La Tropical. Un adolescente de la secundaria cercana lleva un tema de regueattón en el móvil y yo me pregunto por qué nadie le habrá comprado aún unos audífonos.

¿Por qué mi vecina no se pone audífonos en lugar de sacar los bafles para acompañar el baldeo? Un mujer le grita a mi madre ¡vino el pollo por pescado! ¡corre, que no hay nadie! A eso de las tres de la tarde comienza el toque de santo al lado de mi casa y las cosas se revuelven hasta las nueve de la noche con tanto santero, palero y espiritista como hay en mi barrio. Claro que de Cuba, la fe, ¿de quién si no?

Por suerte, la sierra de cortar madera del viejo del fondo ya no suena más: acaba de mudarse. En ocasiones sé que ha llegado la tarde porque se sustituyen las voces de los niños en el jardín con el parloteo de los gorriones en los árboles. Mi mamá pone Hola Habana y escucha con libreta y bolígrafo el recital de ventas y permutas.

Hay que tirarlas fuerte, porque si no, no cierran bien las puertas del almendrón de Yoyi cuando viene a tomar café a las cinco de la tarde para luego seguir boteando hasta la medianoche. Qué feos estos maullidos de los gatos cuando se están apareando, ¿no? Así molestaba una pareja noches atrás recostada al muro del Jardín Infantil, solo que, en lugar de hacer el amor, se estaban peleando.

El custodio ha puesto el radio y seguro fuma bajo la mata de aguacate. Creo haber escuchado un ruido en el patio y acto seguido un ¡ataja! Varios vecinos salimos y un hombre corriendo dejó caer el gato hidráulico que había sustraído de un maletero debidamente parqueado. La policía lo persiguió y yo me fui de regreso a la cama. Seguí contando ovejitas porque sí, para nada, ¿quién puede dormirse con tanto ruido en el sistema?