No more I love you´s

[Cuerpo Reservado, escrito en 2007, en realidad llevaba por título Alturas, como uno de los cuentos del volumen. Alturas, a su vez, comenzó siendo un libro a cuatro manos entre Iorga y Dazra, que no lograron ponerse de acuerdo porque ven el proceso de escritura, y la vida misma, de manera diferente. Iorga (la Jenny de Alturas) y Dazra se metían las manos en la cabeza durante largas madrugadas mientras Annie Lennox cantaba muy bajito en lo que los sueños sonaban todavía muy alto. Cuando aquello, los sueños sonaban alto. Hoy Iorga vive en Nueva York, y Dazra sigue aquí, con los recuerdos.]

 

No more I love you´s

 

Corto la parte superior de su cráneo. Destapo su cerebro con cuidado para no arruinar su pelo, adoro su pelo. No te lo cortes nunca, le digo siempre, tienes prohibido cortarte el pelo. Hago una trenza larga. Coloco el cráneo al revés, al lado del teléfono. Relleno los bordes de la cabeza con algodón, entre el cerebro y el hueso, así no le cae más sangre en los ojos.
Para comer yo uso un tenedor grande. Me gustan los cubiertos grandes para los platos principales. Los postres los como con cucharas pequeñas, muy pequeñas.
El cerebro es una masa gelatinosa y gris y húmeda.
Tiene un sabor un tanto seco en dependencia del hemisferio.
Nunca se debe desarmar. Si esto llega a ocurrir es imposible llevar las piezas a su lugar nuevamente.
Apoyo el tenedor en la parte izquierda delantera del cerebro y, con sumo cuidado, corto un trozo pequeño. Tiene un sabor fuerte. Su mano derecha tamborilea sobra la mesa, agarra el mouse y comienza a abrir ventanas, Windows Explorer, Microsoft Word, Windows Media Player. Annie Lennox empieza a cantar, No more “I love you’s”.
La parte derecha solo la pruebo, no sabe bien. Ahora comienza a cantar.
–Se oye desafinado –le digo.
–Canto para mí.
–Sí, ya veo.
Pruebo otra vez, de la parte de atrás, a la izquierda. Sabe muy bien.
Como más.
Teclea con rapidez durante varios minutos y luego se detiene.
–Distorsiona la realidad –le digo con la boca llena–, desenfoca, destruye los contornos, aparta el lente. Luego adapta la imagen a tu mirada. La realidad es lo que tú inventas. Nunca veremos lo mismo tú y yo, es imposible, mientras hablamos suceden cosas alrededor nuestro, cosas de las que nadie se entera, ni tú, ni yo. Suceden cosas también con los demás. Hay hilos, millones de hilos que nos unen. Nadie está completamente solo. Es imposible, estar completamente solos.
–Pero… ¿cómo explicarlo? ¿qué va a pensar si..?
–No tengas miedo, uno existe de todas formas. Lo que la gente piense no importa, te miren o no. Seguiremos respirando, hablando, moviéndonos, es inevitable. Mírales a los ojos cuando hables, verás que ellos tienen su propia realidad, por eso critican, porque tu realidad no es igual a la de ellos.
–¿Entonces..? ¿Cuál es la mejor realidad?
–La mejor realidad es la tuya. Escríbela.
Por eso escribe mientras yo sigo comiendo.
Y escribe.
Por eso yo sigo comiendo hasta que deja de teclear y se levanta.
–Ya terminé el cuento. Léelo y dime qué te parece –me dice.
La sangre le entra por los oídos. Le pongo un poco de algodón y me siento a leer su historia.
Coge el bisturí y lo limpia con cuidado. Yo termino de leer y me dejo caer hacia atrás en la silla.
–¿Qué piensas? –me pregunta.
–Me gusta.
Se para detrás de mí y, sosteniendo el bisturí con su mano derecha, recuesta mi cabeza en su pecho, con suavidad.